Una laringectomía modifica el funcionamiento de los pulmones. Por suerte, a lo largo de los años se han desarrollado diferentes dispositivos y ayudas médicas para reducir los efectos secundarios negativos y garantizar que tu cuerpo pueda adaptarse correctamente.
Los pulmones son órganos vitales. Al inhalar aire, el oxígeno vital entra en los pulmones y se transfiere a la sangre. Al exhalar aire, se libera dióxido de carbono de la sangre y se expulsa del cuerpo.
Antes de una laringectomía, usted respira por la nariz y/o la boca y la garganta, en lo que se conoce como las vías respiratorias superiores. Estas vías respiratorias superiores -en particular la nariz- acondicionan el aire que respira. El aire inhalado se calienta, humidifica y filtra. Cuando el aire llega a los pulmones, tiene una temperatura corporal de 37 grados y una humedad del 100%, que es el nivel de humedad necesario para una función pulmonar óptima.
Tras la operación, respirará a través de un estoma en el cuello en lugar de por la nariz. Por lo tanto, el aire inhalado ya no se calienta y humidifica de forma óptima antes de llegar a la tráquea y los pulmones.
Como reacción a la inhalación de aire no acondicionado (si es demasiado frío y seco), la tráquea y los pulmones empezarán a producir más mucosidad. Esto significa más tos y un mayor riesgo de contraer infecciones de las vías respiratorias.
Con un intercambiador de calor y humedad (HME), puede compensar la pérdida de función de las vías respiratorias superiores en nariz, boca y garganta. Un HME calentará, humedecerá y filtrará el aire inhalado, mejorando la salud general de los pulmones.
Hemos diseñado nuestras HME para que funcionen en diferentes situaciones, dependiendo de la hora del día y de lo que estés haciendo. Recomendamos su uso:
Es importante utilizar un HME las 24 horas del día, los siete días de la semana, para experimentar plenamente sus beneficios.
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